El mediodía de hoy se presentaba previsible: mi padre, mi hermana y yo en el restaurante que hay al lado de mi curro comiendo un menú de 9'75. Después de comer, hemos decidido ir a tomar un café a una terracita. De camino, hemos pasado por delante del Bingo del barrio. "¿Queréis entrar al bingo?", dice mi padre. "¿¿Ahora al bingooo?? Anda, tira...", le digo yo, y nos vamos al bar a tomar el café (que en realidad era un carajillo de Baileys).
Miro el reloj: las tres y media. Joder, aún faltaba una hora para entrar al curro y caía una chicha del copón. "¿Vamos al bingo o no?", dice mi hermana. "¡Venga, vamos! Sino ¿qué coño hacemos una hora dando vueltas con la solana?". Total, que nos hemos ido al Bingo. Un jueves de agosto, a las tres y media del mediodía, en el Bingo.
Nunca había entrado en uno. Mi hermana fue lo primero que le pidió a mi padre cuando cumplió los dieciocho: "Papa, llévame al Bingo", y mi padre la llevó al bingo del pueblo, cutre a matar, a tomarse unos cubatillas y echarse unas risas con los yayos. Pero yo no había estado en ninguno hasta hoy.
El ambiente no era tan turbio como pensaba. Al cruzar la puerta de entrada (con las típicas luces de neón), una sala enmoquetada llena de máquinas tragaperras -todas acompañadas de taburetes comodísimos y cenicero individual- daba la bienvenida. A la izquierda, una sesentona tras un mostrador nos pide los DNIs y toma nota de los datos. El típico chino ludópata (¿porqué siempre hay un chino ludópata en las tragaperras?) es el único jugador de la sala.
Cuando la pantalla luminosa que hay sobre la puerta de la sala propiamente del bingo indica "PASEN", pasamos. La sala era bastante grande, aunque no había demasiada gente (normal, dado el día y la hora). Pedimos algo de beber y empieza la ronda. Iban bastante rápido cantando. Al principio estábamos un poco tensos, pero luego mi padre ya tiraba el cartón por los aires si veía que no tachaba nada, y hacíamos cachondeo rimando con los números que cantaban: "Veinticiiinco", "por el culo te la hinco", "Cincuenta y sieeete", "si te agachas te la mete", y esas cosas. Todo en voz baja, claro, que la gente estaba concentrada.
A la tercera o cuarta ronda, después de que hayan cantado línea, empiezo a tachar como una loca. "¡Ufff, me faltan dos!", digo nerviosa. "Aún cantará bingo, la niña", dice mi padre. "¡Ufff! ¡¡Me falta uno!!". "Cuarenta y ooocho...", canta la binguera. Y yo: "El cincuenta, el cincuenta". "Noveeenta". "El cincuenta, ¡EL CINCUENTA!". "Cincueeenta". "¡¡¡BINGO!!! ¡¡¡BIEEEEEEN!!!", digo sacudiendo los puños en alto a lo We are the champions. Me he puesto hasta nerviosa y todo. La señora que entrega los premios ha venido a la mesa con una bandeja plateada con el bote. En total, 26'40€ que no están nada mal. No he podido evitar decirle a la señora: "¡Ay, que ilusión! ¡Es mi primera jornada de bingo!", a lo que ésta ha debido pensar: "Anda que la colega tela".
Aquí el comprobante del premio:
En cuanto a la pregunta de rigor que debe hacerse siempre que a uno le toca un pellizquín, por poco que sea, de "¿Y qué va a hacer con el premio?", la respuesta es: comprarme una pamela. De esas de paja tan grandes. Cuando llegue a Mallorca me la compro, para bañarme con ella puesta y las gafas de sol también, claro. Como dice mi amiga, a lo Campanario. Que una es muy diva.
9 comentarios:
A eso se le llama una buena primera vez. ¡Enhorabuena Pecosa!
Y te veo yo enganchada.... que eso del vicio......y después de haber tenido suerte.... huhummm
Cómo lo sabes, Pi.
Oooh! No me he dado cuenta. En el comprobante del premio, ¡aparece una manzana! x)
Pues a mí también me tocó la primera vez que fuimos al Bingo. Te da un subidón que no veas.
Enhorabona!
Y ya estás tardando en poner una foto a lo Campa.... y arriba la Esteban, me entiendes.
Moltes gràcies! ^^
Te juro que si encuentro la pamela de paja y me la compro, me hago una foto a lo Campa. (Aunque hay fotos insuperables, ya me entiendes).
Manzanero a tus manzanas. Ah, no, zapatero a tus zapatos.
Ya se sabe, "la suerte del principiante".
lo importante es participar hasta que ganas. tiene que molar ganar, eh?
Mogollón. Ya ves tú, 26 euros de mierda, pero gritar bingo te hace sentir hasta importante :)
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