El capricho: bajar al centro a comprarme un vestido de lunares.
La ejecución: comprarme dos vestidos ( ninguno de ellos de lunares ) y tres sujetadores (de los que te las ponen por corbata) en la tienda que tengo al lado de casa.
Y luego decimos que los hombres no saben lo que quieren...
4 comentarios:
pecas y lunares, bendita redundancia.
Que sólo haya un comentario en esta entrada, que sea el tuyo y que digas algo tan bonito. No se puede pedir más.
hice bien en no comentar nada de los sujetadores entonces.
¡Jajajaj! Seguro que habría sido algo caballeroso, como siempre. Así que bonito igual.
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