viernes, 28 de octubre de 2011

¡¡¡Fuera de mi bonsaaaaai!!!

Mi relación con los bichos es la siguiente: sé que existen, acepto su existencia porque sé que son imprescindibles para el buen funcionamiento de los ecosistemas, pero NO ME GUSTAN. Me gusta verlos en la tele, en los documentales; son asquerosos, por eso molan tanto. Molan en la tele, no en mi casa.

El tema es que hace ya unas semanas que algunas hojas de mi querido bonsai carmona (es gitano) tenían una sustancia pegajosa. Yo pensaba que era normal (¡no sé nada de bonsais!), pero con los días he ido viendo cómo esa sustancia cada vez era más abundante. Así que como google lo sabe todo, pongo en el buscador: "bonsai carmona hojas pegajosas". Me meto en un foro de jardinería y bingo, había una respuesta que decía: "Algunas plagas como los pulgones y demás producen una sustancia pegajosa llamada melaza. Mira a ver si tienes bichejos por ahí.". ¿¿Bichejoooos??


Pillo el bonsai y la linterna (en plan voy-a-estudiarlo-con-detenimiento) y veo esto:

¿¿Qué se supone que son esos puntitos?? Otra vez al google.

"La cochinilla de escudo es un parásito que, cuando está plenamente desarrollado, tiene el cuerpo cubierto de un caparazón de color marrón oscuro. La mejor forma de apreciar su presencia es a través de la vista, por lo que deberemos observar la parte posterior de las hojas a menudo para comprobar si ha hecho acto de presencia el insecto."


Efectivamente, los puntitos estos raros estaban en el reverso de varias hojas del bonsai. Perfecto, genial, mi bonsai tiene cochinilla. Malditas hijas de puta, qué nombre más feo.


Me tuve que ir a la floristería (suerte que tenía una cerca, sino no sé qué habría sido de mi vida) a preguntar qué narices hacía con la porquería esta. Me dieron un botecito con un dosificador. Era un insecticida que debía disolver en agua y después pulverizarlo sobre el bonsai. No hace falta decir que disfruté como una energúmena haciéndolo mientras miraba a esas cerdas cochinas y les decía de todo.


 

Ahora cada día voy. Y las miro. Las miro mientras pienso: zorras, ese escudo no logrará salvaros. He dicho que no me gustan los bichos.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Contagio

Hoy pensaba en lo bien que me está haciendo el estar estudiando, aunque sólo vaya a ser durante cinco meses. Necesitaba tener una rutina diaria, algo que diera un poco de sentido a mis días. Necesitaba algo que llenara mi mente, no tanto para ocuparla con otras cosas (que también), sino precisamente para pensar con más claridad, para entender más cosas, para sentirme orgullosa de mí.

Necesitaba conocer gente nueva, ahora lo veo. Hablar de cosas con desconocidos que poco a poco pasan a ser conocidos, compañeros. Conocer gente de otros países, intercambiar opiniones sobre infinidad de cosas.

Los profesores también han tenido un papel clave. Que personas con una importante carrera profesional (en realidad no son profesores, son profesionales como la copa de un pino que nos vienen a dar clase) valore tu trabajo es más halagador de lo que podría haber imaginado.



Y todo eso cambia el estado de ánimo. Y no sólo me ha pasado a mí, sino a muchos de los que comparten clase conmigo. Estamos más animados, las conversaciones durante los descansos han tomado otro tono, aunque muchas veces hablamos de las mismas cosas que cuando empezamos.



Hoy todos teníamos un poco de miedo porque iniciábamos el módulo de inglés. Cinco horas de inglés cada día no resultan muy atractivas. Por suerte, han resultado ser cinco horas muy amenas, ya que el profesor le pone bastante chispa. A eso hay que sumarle su parecido con Benny Hill, aunque más delgado y con pelo rizado algo desaliñado; lo cual hace que el simple hecho de mirarle a la cara provoque, como mínimo, una sonrisa.









Hace un rato veía una entrevista a un señor (que no sé quien era) que hablaba del optimismo, la felicidad y esas cosas. La realidad es distinta según el ojo que la observa, está claro; pero también lo es cuando el mismo ojo lo enfoca desde distintas perspectivas. A veces la felicidad y el optimismo se contagian. Yo me estoy dejando contagiar un poco, creo que lo necesitaba. Después ya veré qué hago.






viernes, 7 de octubre de 2011

Nubes

En mi pequeño mundo (el que no va más allá de mí misma) los naipes me hacen de punto de libro.
Mi bonsai crece de forma indómita. Tiene las hojas demasiado grandes para ser un bonsai, pero a mí me parece más bonito así.

En mis días nublados suena la bossa nova, y me pongo el camisón del revés. Lavo los platos antes de tomarme el café, y al café le pongo azúcar de más.

Desde mi pequeño mundo imagino paisajes inhóspitos, con carreteras de arena interminables, coches clásicos y fotografías en blanco y negro.


¿Hoy es un viernes diferente o me lo parece a mí?