miércoles, 29 de junio de 2011

Régimen

Hace unas semanas, mientras hacía unos menesteres en casa de mi abuela:

YAYA: Niña, ¿quiere' un poquito de tinto de verano pa' comè?
PECOSA: ¿Tinto de verano? -me giro y la veo con una botella de dos litros en la mano- ¡Ostras!
YAYA: Sí, ehque lo vi el otro día en el Lide y me dio por compral·lo.
PECOSA: Ya, y con el cuento te tomas un par de vasitos tu también...
YAYA: ¡Iiijiji...!


A la semana siguiente, al rato de comer:

YAYA: Niña, -baja la voz como para que no la oigan, aunque no había nadie más en casa- ¿quiere' unah galletah de chocolate?
PECOSA: Yaya, que no hace ni una hora que hemos acabado de comer...
YAYA: Sí, ya veráh...
Se va al mueblecito donde guarda los dulces y saca una caja de galletas surtidas sin empezar.
YAYA: Ehque ayè me fui al Lide y me dio por compral·las.
PECOSA: Anda que no te deben tener fichada ya en el Lidl. Venga, va, ábrela. ¡Pero sólo te puedes comer una!
YAYA: Sí, no, si yo no como, que tengo quendergasá -así, todo junto-. A vese a la noche puè sí que me hago un vasito de leche y me como una torta de esah de aní, pero no, no, yo no como durse...
PECOSA: Ya.
YAYA: Bueno, a , que me como una... -se queda mirando atentamente las galletas como para seleccionar la mejor- ¡Ay, mira, barquilloh! Bueno, una galleta y un barquillo, ¡iiijiji!
PECOSA: No hay faena, contigo.


Hoy:

YAYA: Ehte domingo, dehpuè de la misa, ¡dise er cura que haremoh un pica-pica!
PECOSA: ¡Anda! No veas, ¡así también voy a misa yo! ¿Y eso?
YAYA: Puè no sé... será por ehto der Corpuh Chrihti, o yo que sé, da iguá. Yo voy a í a ponemme hahta arriba, ¡iiijiji!
PECOSA: ¡Jajajaj, no tienes peligro tú ni nada! A todo esto, el régimen como que no, ¿no?
YAYA: Mmbueno... ehto è una cada tanto -dice mientras mira a otro lado sonriéndose.



Yo es que me parto.

miércoles, 22 de junio de 2011

Opus y mocos (dios los cría y ellos se juntan)

Hay que ver, para un día de vida social que tengo, va y me resfrío. Pero es que coño, a una semana de entrar oficialmente en el verano, se supone que si una cena en una terracita en tirantes no pasa nada, ¿no?
Los cojones. Si a eso se le suma fumar y beber más de lo habitual (es lo que tiene recibir visitas de amigos que están de vacaciones estando una en el paro: la parada cree estar de vacaciones también y se descontrola) el resultado es que en menos de una semana tenemos la garganta para regalarla.

Hoy casi lo termino de arreglar tomándome un Flumil caducado. He mirado la fecha de casualidad. De paso he pensado en que probablemente no sería lo único caducado que debía tener. Efectivamente, he acabado tirando nueve cajas de comprimidos, cremas, sobres... He aprendido a superar la vergüenza de ir a la farmacia con una bolsa llena de blisters de medicamentos para tirar en el cubo ese de reciclaje de medicamentos. Siempre me pasa lo mismo.


A todo esto mañana tengo una entrevista de trabajo (la primera desde que la burguesa consentida que iba de hippy me diera una patada en el culo). Es para un trabajo de administrativa.
Durante el día de hoy he estado investigando un poco sobre la empresa por Internet y he encontrado algunas cosas a tener en cuenta: el fundador de la empresa que me ha llamado a entrevista ha hecho sus pinitos en el canal de TDT Veo, ha colaborado con el periódico El Mundo, se ha entrevistado con Esperanza Aguirre y hace escasos minutos he visto que se tituló en la IESE (fundada por el Opus Dei). ¿A que dicho así todo de carrerilla da un poco de miedo?
A mí también. Pero voy a ir, a ver que me dicen (si me pagan 2000€ por archivar a lo mejor me lo pienso, aunque sean unos fachas sectarios).

Lo bueno de ir a la entrevista con carga mucolítica en la faringe es que si se pone jodida le suelto un escupitajo en el ojo al entrevistador y salgo por patas.

jueves, 16 de junio de 2011

Muerte eclipsada


La gallina muerta descabezada despertó en un insólito y desconocido lugar. Le costó coordinar, pero consiguió levantarse del suelo y agarrar su cabeza, que posó sobre la palma de su ala derecha. 'Ser o no ser', pensó, y cacareó de risa.
Dirigiendo su cabeza con las alas miró alrededor. No le pareció nada del otro mundo.



Y es que cuando mueres (descabezada, de susto, a l'ast...) una noche de luna eclipsada no vas al otro mundo, vas a la otra luna.

miércoles, 8 de junio de 2011

Por fin... Alicia

Una de las cosas buenas de ir superando la torpeza (ha costado treinta años, pero lo estamos consiguiendo) es que se puede caminar por la calle levantando la vista del suelo. Y una de las cosas buenas de no ir mirando siempre al suelo es que se ven cosas más interesantes que baldosas, baldosas rotas, chicles pegados a las baldosas, colillas, papeles... ojo, que no hace mucho me encontré un billete de 10€, esa es una cosa buena de ir mirando al suelo; pero que vamos, no es algo que suela suceder.

Hoy la idea era comprar el cable del portátil de mi hermana, que se le ha roto. En la primera tienda no tenían [ABRO INCISO: Entro en una tienda de informática de la Ronda San Antonio:
-¿Tienen cables para portátil?
-¿Qué cable?
Rebusco en la bolsa (negra) en la que llevo el cable (también negro), la muda sucia, el desodorante y el peine. Cuando palpo el cable tiro de él para sacarlo, pero se me ha enredado en la ropa. Intento ir ágil (el chico está esperando mientras me mira maniobrar) pero en ese instante pienso en que como tire muy fuerte puede que me salga el tanga disparado, así que voy con más cuidado y empiezo a sudar la gota gorda. Aún no lo he sacado del todo cuando el chico me interrumpe.
- ¿Eso es un cargador?
- ¬¬' Ah, sí, eso. El cargador (no, Pecosa, no era tan difícil)
- Cargadores no vendemos.
- Vale, gracias.
- ¿Le damos un aplauso y dejamos que se vaya? De nada.
CIERRO INCISO], así que decido ir a otra tienda. Y he aquí lo bueno de no caminar mirando al suelo. Justo delante de la tienda de informática a la que me dirigía había una de artículos de segunda mano y pequeñas reliquias de tiempos pasados. No hay nada que me fascine más que meterme en una tienda llena de cosas viejas, sea lo que sea. En este caso, la mayoría de artículos eran libros, postales, fotografías, mapas, cómics... aunque también podían encontrarse otros útiles con más años que carracuca. Así que, tras mirar hacia el interior de la tienda a través del cristal del pequeño escaparate, no he podido resistirme (nunca puedo) a entrar.

Como siempre, en estas tiendas hay cosas que uno no valora y otros consideran tesoros. Una de las mesas que se encontraba justo a la entrada del local estaba llena de cuentos infantiles. Siempre me han parecido hermosos los cuentos de antaño con esos dibujos tan característicos, y pronto me he encontrado hojeando pequeños cuadernitos de lo más coloridos.
Y en un momento, mientras pasaba de un libro a otro, mis manos dan con un ejemplar de Alicia En El País De Las Maravillas. ¿Cómo no había caído en buscarlo? Ilusionada, lo extraigo de la caja para miralo. Es bastante infantil, y los dibujos no me gustan del todo, así que lo dejo en su lugar. Pero al levantar la vista (siempre al frente, ¡siempre al frente!) ¡veo varias peanas con distintos ejemplares del cuento! Casi doy un brinco.

De entre todos, uno de ellos me llama especialmente la atención. Está encuadernado en tela ocre, y en su portada tan sólo aparece el nombre de Alicia y, bajo él, la silueta de la niña. La edición es de 1958, y sus ilustraciones me han parecido preciosas, ¡y además a color! Revisando el índice veo que hay algunos episodios que desconozco (en la película de Disney no aparecen). Así que no me lo he pensado más y he salido con Alicia bajo el brazo.

Como impaciente que soy no he podido resistirme a leerlo de camino a casa. Todo y ser mi cuento favorito de siempre, jamás lo había leído. Mientras pasaba páginas me recreaba en sus dibujos, en el tacto de las gruesas hojas... y precisamente deleitándome en uno de los dibujos me he dado cuenta de una cosa: los dibujos no son a color. El único que está impreso a color es el primero, el que hay junto a la página interior del título, en el que aparece Alicia con un cerdito en brazos (una de las incógnitas del libro) y el conejo junto a ella. El resto de dibujos son en blanco y negro, han sido coloreados posteriormente con lápices de colores. Están tan bien coloreados que no era perceptible a primera vista. He imaginado a alguna niñita dando color al cuento. Aunque no haya sido así, quiero pensar que así fue.



Siempre he sabido que si alguna vez compraba el cuento de Lewis Carroll sería una edición especial. No creo que haya ninguna más especial que ésta.


martes, 7 de junio de 2011

Si cuela, cuela

La voz femenina de la pantalla que da los turnos habla: C-11. ¡Bingo!, dice ella. Se levanta y se dirige hacia las escaleras que llevan de la sala de espera a la sala de expedición de los carnés de identidad y pasaportes. Mesa 5. Allí le espera un hombre de unos cincuenta años con cara de aburrido. Todos la tienen.

- Holaaa...
- DNI, foto y 10'20€
Ella busca en su monedero.
- Foto... -sigue buscando- DNI... y 20'50€, así no me da tanta moneda -se nota que ha sido cajera.

El funcionario recoge como si hubiera ganado la mano. Teclea. Le pide un billete de diez al compañero de la mesa de al lado. Teclea.

- Dedo índice derecho.
Dedo índice derecho.
- Dedo índice izquierdo.
Dedo índice izquierdo.

Teclea.

- Fíjese en si los datos de la pantalla son correctos.
- La calle es correcta... el nombre es correcto... Ah, espere, mi apellido está mal escrito.
- Vaya, ¿en serio? Bueno, a ver, deletréemelo.
- Koplowitz, K O P L O W I T Z.

viernes, 3 de junio de 2011

La Parra de La Laguna

Los callejones dan bastante yuyu. Cuando uno se mete en un callejón siempre piensa: "¿a que no tiene salida?" o "¿a que me atracan?", o "¿a que me encuentro a una profesional del sexo ofreciendo sus servicios a un guiri?" (esto último pasa mucho en las callejuelas cercanas a Las Ramblas).


Pero claro, cuando uno lee "Callejón La Parra" la cosa cambia. La foto de arriba la manda la Exorsister, y pertenece a una placa ubicada en La Laguna, Tenerife (¡sí, sí, en las Canarias también tenemos sucursal! ¿Qué pensabais?).

Callejón La Parra suena a otra cosa, suena a campo, a vinitos a la sombra, a silla de mimbre y a berberechos con vinagre y pimienta. (Exor, ahora no me vayas a decir que era un callejón chungo y oscuro lleno de cucarachas y con un local de esos clandestinos donde se juntan los traficantes de droga a trapichear. No jodamos, que me ha quedado muy poético todo, nena).


Gracias pues a la Exor y a M, cuyos ojitos vieron este cartel que a partir de hoy pasa a formar parte de las Parras Arround The World.





Y es que no me digáis que no os quedaríais sentados en un Callejón la Parra, tomando una copita, bajo las estrellas... las estrellas del jazz.