Hoy en el tren, justo delante mío, se ha sentado la antítesis de la vistosa vecina.
El mismo peinado pero en rubio, y también con gafas de sol. Ahora, eso sí, de esbelta nada. Tampoco voy a decir que era un tonel, pero tenía menos curvas que un tetra brik. Y como una pasa, llena de arrugas. Pero no arrugas chiquititas, pliegues grandes. La mujer no tenía la tez tostada como la vecina, esa estaba totalmente quemada. Tanto, que si levantaba un poco la cabeza, los pliegues de las arrugas del cuello eran blancos, y la mujer toda quemada; un desastre.
Con los pantalones piratas blancos y la camiseta de tirantes verde manzana, todo ceñido, tipo morcilla. Y el maquillaje... A ver: ¿por qué nadie les dice a las viejas que no-hay-que-pintarse-los-labios-por-fuera-del-límite-de-la-boca? En serio, un desatre.
Así no se puede, chico. La vecina vale, pero así no...
3 comentarios:
Ni que se pinten las cejas depiladas con un raya negra.
Ay, sí, qué feo eso... A esta vieja no se las vi por las gafas de sol, pero ya era lo que le faltaba, vamos...
¡Maldita sea! ¡Nos sueltas una de cal y una de arena! ¡Ja, ja, ja, ja!
De esta no queremos fotos ...
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