¡Tó pa' mi!

Hoy es viernes noche, mi hermana no está en casa, no he encontrado a nadie que me acoja a cenar en su casa y no tengo ganas (como siempre) de cocinar. Así que (¡qué leches!) voy a tirar la casa por la ventana y permitirme el lujo, en plena cris... digo, en plena , de pedirme una pizza a domicilio. De las pequeñas, para no derrochar. Ahora, eso sí: con mi ración de pan de ajo, que hoy no tengo que besar a nadie (a no ser que el pizzero esté para mojar pan). Y la cervecita no la pido, que ya tengo en casa.

Mmmmmmm... La cuatro quesos, cómo no... Y esos panes que los hacen en forma de churro, espolvoreados con polvo de parmesano, crujientes por fuera y tiernos por dentro; junto con una tarrinita con una salsa de tomate buenísima... Y se comen como los churros con chocolate: moja, moja, ñam, ñam... Ufff... Se me hace la boca agua... Y son los SEIS panes para mí sola...

Voy a ordenar la casa, o a limpiar o algo para no pensar; porque esto es como lo de que si miras una olla de agua al fuego todo el rato nunca hierve: en este caso, si piensas contínuamente en las ganas que tienes de hincarle el diente a la pizza, más tardan en traerla. ¡Escoba y mocho!