Cuando quedan tres mujeres que, por algún motivo desconocido, esa noche están especialmente radiantes (las cosas como sean), y no tienen plan concreto; se agradece que el resultado de la cita sea cenar en un restaurante en el que normalmente no hay mesa, tomar una copa en la planta baja de un palacio, y acabar la noche tomando un cóctel tumbadas en una zona acolchada llena de cojines enormes.
Es así como las tres mujeres pasan de estar simple -pero especialmente- radiantes a ser simple -pero sublimemente- divinas.
5 comentarios:
ya lo decía Umbral: "hay q ser sublime sin interrupción".
Me ha encantado tu momento sexo en NY, si no fuera por esos ratitos...
Y si todo eso va acompañado con tocamientos de pelo made in Carmiña Ordoñez, la noche completa.
Hubo tocamientos de esos, por supuesto.
suena bien. ves allá al fondo? aquellos tres tipos de lo más terrenal fumando esturreados en los cojines enormes y riendo de lo mismo que se reían en el instituto? no son divinos, dios me libre, pero parecen felices. no lo son, pero no importa. esta noche no.
Nosotras siempre hablamos de las mismas cosas, y nos reímos de las mismas anécdotas. Ninguna de las tres es divina, ni feliz; pero a veces está bien creer que sí.
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